Kike y las Barbies de Pija Lindenbaum






"A Kike entonces se le ocurre que su Barbie rescate al monstruo. 
Porque el monstruo no quería ser malo."







A Kike se le da muy bien jugar al fútbol, los niños de su colegio siempre quieren jugar con él, y su padre está encantado y orgulloso de tener un hijo tan deportista.

Cuando no juegan al fütbol, sus compañeros juegan a pelearse, o a construir robots asesinos.
A Kike todo esto empieza a parecerle un rollo.

Así que hoy se empaqueta la mochila él solo, y deja el balón en casa, aunque su padre insiste en que se lo lleve. Lo que no se le olvida es coger su Barbie. Porque Kike hoy no jugará con los niños, sino que se quedará mirando a las niñas jugar con sus muñecas. Y aunque le hacen esperar un buen rato, al final le invitan a jugar con ellas.

Kike se divierte mucho, y más aún cuando todos se disfrazan con faldas brillantes y se ponen a bailar. Pero entonces pasa algo:

"Kike ve llegar a los chicos, que lo miran. Miran también las faldas que las chicas y él llevan puestas. 
Mejor escaparse al cuarto de baño. "




Hasta aquí parece una historia algo típica. Es posible que alguno de vosotros piense que Kike prefiere jugar con las niñas porque quiere ser una niña. Pero eso no es lo que la autora nos quiere contar. El final de la historia es sorprendente. Porque Kike no deja de jugar al fütbol, sigue jugando con los niños...pero también nos enseña que no hay motivo para no disfrutar además de otros juegos y otras compañías.

Kike y las Barbies es una decidida apuesta por la no segregación. Porque con la mentalidad clásica de que las niñas juegan con las niñas a las muñecas, mientras los niños juegan con los niños al fütbol, todos se están perdiendo algo. No sólo las niñas, no se trata de una reclamación feminista por la igualdad y el derecho de las niñas a jugar a juegos de niños. Es que los niños también se están perdiendo cosas buenas.

Pija Lindenbaum me ha sorprendido con su enfoque, y sobre todo con el final de la historia. La naturalidad con la que las niñas aceptan que Kike tiene una Barbie, y sobre todo, la naturalidad con la que los niños aceptan ver a Kike disfrazado con una falda,  son un mensaje muy claro para los adultos: somos nosotros los que creamos unas barreras artificiales entre los géneros que realmente no existen.


Otra cosa muy sorprendente es la libertad con la que los niños se mueven por la escuela, entre las distintas aulas. O juegan en el baño cuando quieren que las muñecas vayan a nadar. Parecen disfrutar de mucha más libertad para ejercitar la imaginación que en los colegios españoles. Pero no por falta de control, todo lo contrario. La profesora sí que les riñe y les obliga a cambiar de juego cuando ve a los niños luchando, por ejemplo.

Creo que podemos aprender mucho de la historia de Kike y las Barbies. Por ejemplo, que niños y niñas no son tan diferentes como muchos creen. O que el padre de Kike no debería insistir tanto en el fútbol, sino dejar que su hijo eligiera por sí mismo lo que le apetece hacer. O que tal vez en nuestro sistema educativo algo está fallando, y mucho.

En resumen, Kike y las Barbies es el mejor cuento infantil que he leído en mucho tiempo, y no puedo recomendarlo lo suficiente. Me parece un imprescindible.

¿Qué opináis vosotros? ¿Conocéis este libro? ¿Lo habéis leído? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos.Nos leemos de nuevo la próxima semana, y hasta entonces, ¡disfrutad de la lectura!


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